martes, 3 de septiembre de 2013

Tentaciones

Cuando era pequeña, mi padre me enseñó que todo aquello que escapase de mí era porque se podía comer. A día de hoy, entiendo que eso no es cierto. Entendí que, por ejemplo, Mora y Cocó, las gallinas que viven en frente de mi caseta, están totalmente prohibidas. Al principio me tenían miedo, y tenía la creciente necesidad de comérmelas, pero después de varias riñas de mi ama, desistí en el intento.
Lo mismo pasó con Pelusín. Es una historia de la que no estoy orgullosa, llena de celos y angustia.
Yo no conocí ha a esa pequeña bolita peluda y regordeta hasta la pasada Semana Santa, ya que era demasiado pequeña y mi ama le quiere mucho como para arriesgarse a que mi mamá, que sigue con sus conceptos de cazarlo todo, le pudiese hincar el diente en un descuido.
Mi primera impresión, fue de una presa fácil, de esas que no corren los suficiente para llegar a esconderse. Sabía que como mi ama lo llevaba en el colo, no debería atentar contra su vida, pero me costaba controlarme.
No volví a verlo hasta este verano, una semana atrás, cuando la familia de mi ama decidió preparar costilla asada en una enorme finca con galpón. Mi ama vino a buscarme con Pelusín en los brazos y yo intenté saltarle encima para intentar coger el roedor, pero como era de esperar, mi dueña se apartó y me regañó.
Cuando ya hubimos llegado y Pelusín estuvo en el suelo, a mi alcance, me abalancé como depredadora que era y conseguí llevarme un pequeño pedacito de su oreja antes de que la mano de mi dueña me diera de lleno en el costillar. Me aprisionó por el cuello y la caja torácica contra el suelo hasta que me calmé, aunque me costó; seguía sintiendo su sabor en mi boca, y la sangre me perforaba las fosas nasales. Sabía que mi ama entendía que lo hacía por instinto, y que por eso se limitaba a tranquilizarme. Y juro por Anubis y Lycaón que lo intentaba...
Cuando alcé la vista y me encontré con Pelusín encogido de miedo, refugiado entre las ramas de una planta, no sentí remordimientos. Y cuando vi la sangre que le seguía manando de la oreja, me encontré deseando volver ha hacerlo. La boca se me hacía agua y me estaba revolviendo bajo las manos sin darme cuenta. Pero aún cuando las manos me soltaron, no pude ir a por él, porque ya me habían atado con una correa y tiraban de mí hacia casa.
Como ya he dicho, no me siento orgullosa de ese episodio de mi vida. Aún así, mi ama no me culpa. Y supongo que tarde o temprano, acabaré por cogerle cariño a Pelusín.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Ficha de Pelusín

Nombre: Rostislav
Apellidos: Pelusín Chincheta
Apodos: Peluso, Pelusín, Rosti
Edad: 1 año (7 años perrunos)
Fecha de nacimiento: 1 de junio de 2012
Raza: Cobaya americana de pelo corto
Madre: Desconocido
Padre: Desconocido
Aspecto físico: Pelo entre corto y largo, de color negro con manchas marrones. Ojos de color negro. Tamaño entre mediano y grande.
Aspecto psicológico: Dócil y cariñoso con las personas y curioso con otros animales. Bastante liberal.
Gustos: Comer, comer hierba, comer zanahorias, comer maíz, comer pan, comer hojas, comer flores, comer patatas, comer lechuga, comer judías, comer guisantes... Dormir, dormir en la cabaña, dormir fuera, dormir sobre la hierba, dormir entre las hojas... Chillar para pedir mas comida. La compañía de Paul.
No le gusta: Que le acaricien a contrapelo, el sol, quedarse sin comida, que le despierten, los perros y el gato naranja que se pelea con su amigo Paul.
Mejor amigo incondicional: Paul
Amigos: Paul, Kirby, Mora.
Enemigos: Sena, Laika, el gato naranja.


Mini-biografía: Nació a finales de primavera de 2012, posiblemente en un criadero. Fue comprada en una feria ecológica. Sobre las jaulas, había una bandeja grande con seis o siete conejos de angora, y apretujada y encogida, estaba una pequeñita bolita negra y peludita. Desde entonces, vive feliz comiendo todo lo que encuentra en el jardín.


domingo, 25 de agosto de 2013

Ficha de Paul

Nombre: Paul
Apellidos: Cazarratones
Apodos: Gato Paul, Ruín
Edad: 4 años (30 años perrunos)
Fecha de nacimiento: Finales de septiembre principios de octubre.
Raza: Gato siamés
Madre: Desconocido
Padre: Desconocido
Aspecto físico: De pelo blanco y esponjoso, con el hocico y las patas grises. Tiene una complexión delgada y es de tamaño medio.
Aspecto psicológico: Tiene un fuerte carácter y es bastante rabudo. Sus juegos suelen acabar con arañazos y mordiscos. Su instinto de caza está muy desarrollado. Tiende a encandilar y usar sus poderes de gato para conseguir lo que quiere.
Gustos: Cazar absolutamente todo lo que se mueva y sea más pequeño que él. Las latas de comida para gatos. Afilar las uñas en el tronco de los árboles mientras se estira. Dormir de día, aunque solo se acuesta únicamente si hay una manta debajo, que consigue con sus superpoderes. Jugar y revolcarse con Pelusín. Relamerse los bigotes observando a Kirby en su jaula.
No le gusta: Que le toquen la barriga, el pienso para gatos, que le despierten, los perros, el gato naranja, que lo encierren, que le griten, los niños, el agua, que le roben su caza.
Mejor amigo incondicional: Pelusín
Amigos: Pelusín, Kirby
Enemigos: Sena, Laika, el gato naranja, el resto de los perros y gatos del pueblo.


Mini-biografía: Fue abandonado con mes y medio y acabó justo delante de la casa que ahora es su hogar. Cuando lo recogieron, tenía una increíble gripe y mucho frío, ya que ese día llovía a mares. Al no poder oler, no quería probar la comida, así que tuvieron que darle de comer por la fuerza. Un mes más tarde, ya era un gato sano y muy juguetón. Desde entonces, se pasa la vida dando caza a pájaros, ratones y lagartos, entre otras cosas.



domingo, 18 de agosto de 2013

Ficha de Laika

Nombre: Laika
Apellidos: Pequeña Cazadora
Apodos: Reina, Negrita, Nana, Mamá
Sexo: Hembra
Edad: 9 años (67 años perrunos)
Fecha de nacimiento: 3 de enero de 2003
Raza: mestiza
Madre: Mika (mestiza de caza)
Padre: Desconocido
Aspecto físico: Su pelo es corto y negro en casi todo el cuerpo, exceptuando las patas, el hocico y las cejas, que son de color marrón. Sus ojos son marrón chocolate. Su tamaño es entre pequeño y mediano.
Aspecto psicológico: Tiene un carácter dócil, es increíblemente cariñosa y sociable con las personas. No se lleva nada bien con otros animales. Es muy curiosa, y tiene un instinto de caza bastante desarrollado.
Gustos: Dormir. Correr y jugar. Las caricias y mimos, especialmente en la barriga. Le encanta el calor. Rastrear y perseguir cosas. Tumbarse, acurrucarse, acostarse, enroscarse, echarse. La carne asada y los huesos.
No le gusta: Los gatos y prácticamente todo animal que no sea un perro. El agua, sobretodo si esta fría. Que le griten, los palos, los gruñidos, los aspersores (que echan agua fría). No soporta el frío.
Mejor amigo incondicional: Mou
Amigos: Sena, Cuco, León, Mou, Leo, Hulf, Cásper, Mora
Enemigos: Paul, Kirby, Majo, Dona, Noddy, Pelusín.


Mini-biografía: Nació el invierno de 2003, a dos kilómetros de su actual hogar, junto con sus siete hermanos y hermanas. Su madre, Mika, murió dos años después a causa de un cáncer. A los dos años de edad, Laika tuvo su primera camada, en invierno, en la que solo un cachorro de los tres, salió adelante. Con cuatro años, tuvo su segunda camada, en verano, a la que sobrevivieron todos los cachorros. Actualmente vive con su hija Sena, disfrutando de la vida.


martes, 13 de agosto de 2013

El lobo (part 4)

Con mi zambullida, la calma del agua se convirtió en una pequeña salpicadura. Y por la sorpresa, me entró agua por la nariz antes de salir a la superficie. El agua estaba bastante fría; y me encantó. Fui nadando hasta Jack, que se había tumbado en la orilla y me observaba expectante.
En cuanto mis patas delanteras tocaron tierra, pegué un salto y eché a correr por el prado; libre. La sensación era increíble. El viento, antes inexistente, me secaba el pelo con fuerza. Mis patas se movían tan rápido que casi era incapaz de notar la hierba bajo almohadillas.
Lo que me parecieron segundos después, Jack me adelantó a la carrera. ¿Con que quería jugar, eh? Pues juguemos. Aceleré tanto como soportaron mis músculos y poco a poco fui ganando terreno, hasta que me encontré corriendo a su lado. Y me sentí volar.
Con un brinco, me eché sobre Jack, y los dos caímos al suelo rodando; mordiendo el cuello del otro, y soltando una serie de gruñidos y pequeños ladridos.
Jack acabó encima mía y yo panza arriba debajo. Si ahora mismo quisiera matarme, lo haría. Únicamente necesitaba un mordisco tan preciso como el que mató al otro lobo. Pero por alguna razón, confiaba demasiado en él, tal vez más de lo que debería. ¡Era un lobo, por el amor de Anubis! En los lobos no se puede confiar; solo quieren poder, ser el alfa. Estoy muy segura de que si yo fuese la líder de una manada, y el fuese el beta, no tendría reparo alguno en matarme en ese mismo instante. Aunque, claro está, si yo fuese líder, nunca jamás estaría en una posición tan sumisa. En los perros también hay un líder, pero no es lo mismo, ya que el poder no recae todo en él.
Por eso mismo, supe que Jack quería ser un alfa, si no lo era ya, o lo había sido en algún momento. Tal vez había retado a su antiguo alfa, y no consiguió derrotarle, por lo que fue exiliado. Eso también explicaría porque a demás del lobo negro no he visto ningún otro más. Pero Jack no tenía cicatrices de batalla.
Un aullido interrumpió mi reflexión y mi juego con Jack. Este se apartó y se quedó mirando a la nada, desconectado del mundo. Alzó el hocico al cielo, donde el sol se escondería en unos minutos, e hizo que un aullido reverberase por todo el bosque; un aullido que me dio escalofríos. Sonó peligroso y amenazante, como si lo hubiese creado con furia. No pude evitar agachar la cabeza, junto con mis orejas y el rabo.
Otro aullido de respuesta, proveniente del mismo emisor que el anterior.
Unos arbustos se movieron en el mismo sitio de donde había salido el lobo negro. Solo que esta vez, era una loba con dos cachorros, los tres igual de negros. Se acercaron despacio con la cabeza agachada hacia el cadáver. La loba lo olfateo y gimió desesperadamente. Era su compañera, de eso no cabía duda. Después dirigió la mirada directamente a nosotros. Pude leer el odio y la venganza en su mirada, y su gesto amenazante ante el que no pude evitar retroceder. Y entonces, hizo algo que no había esperado, y al parecer Jack tampoco: la loba alzó la cabeza, y aulló.
En ese momento, Jack se giró y echó a correr a lado del prado contrario al que se encontraba la loba. No noté el miedo de Jack, pero posiblemente él si que notase el mío. Los pulmones me ardían, aún agotados por la carrera anterior, pero no dejé que eso me detuviese.
Mientras, intentaba procesar lo que había pasado, pero nada cuadraba... Lo que me esperaba era que atacase, que se tumbase al lado de su compañero, o que diese la vuelta y se marchase sin más.
El suelo era irregular, y había ramas rotas y zarzas secas por todas partes. Aún así, a Jack no parecía importarle, y corría a una velocidad vertiginosa. Prácticamente ni miraba al suelo, solo corría hacía delante con indiferencia a tropezar o a clavarse algo.
Después de lo que me pareció una eternidad, llegamos a un camino de tierra, donde el bosque se volvía mas espeso a los laterales. Jack redujo la velocidad y cayó al trote. Echó una hojeada atrás para comprobar que aún lo seguía, mientras yo aceleraba el paso para colocarme a su lado. Seguía sin entender nada.
Minutos después llegamos ha un prado; que yo bien conocía. El prado de los lobos, así lo llamaba mi ama. Le puso ese nombre porque una vez, hace dos años, juró haber visto un lobo tumbado bajo nuestro árbol. Y ahora podía apostar ha que había sido Jack.
Nos dirigimos justo al medio y nos sentamos. Ahora estaba aún más confusa que antes.
Justo en el momento que giraba la cabeza para mirar a Jack, una  cabeza salió de entre los matorrales a los que Jack miraba. Y luego otra, y otra, y otra. Conté hasta once. Lobos de colores empezaron a emerger a la luz del sol. Y aunque se quedaban en la periferia, tanto ellos como nosotros sabíamos que estábamos acorralados.

domingo, 11 de agosto de 2013

Ficha de Sena


Nombre: Sena
Apellidos: Perrita Mestiza
Apodos: Princesa, Enana, Peludita
Sexo: Hembra
Edad: 5 años (40 años perrunos)
Fecha de nacimiento: 20 de agosto de 2007
Raza: mestiza
Madre: Laika (mestiza)
Padre: Dudls (cruce de ratonero)
Aspecto físico: Su pelo es largo, ondulado y negro en la mayor parte del cuerpo, excepto patas, pecho y hocico, que es marrón. Sus ojos son color chocolate. Es de complexión atlética y de tamaño medio.
Aspecto psicológico: Muy dócil y sumisa. Cariñosa y sociable tanto con personas como con casi todos los animales. Muy curiosa y con el instinto de caza algo desarrollado. También es increíblemente enérgica.
Gustos: Saltar y correr como obsesión. Pasear por el bosque, dormir bajo las estrellas, aullar a la luna, perseguir conejitos... o todo lo que se mueva y sea sospechoso... Comer cosas dulces. Jugar. Buscar erizos. Las caricias y los mimos. Los besos y lametones de mi mamá. Explorar mundos nuevos. Conocer perros. Montar sobre Cuco. Roer huesos. El agua fresquita en verano.
No le gusta: Los gatos, los sonidos fuertes, estar sola, los gruñidos de otros perros, que la aten, la verdura, el asfalto caliente en verano, el aire contaminado, que le regañen.
Mejor amigo incondicional: Hulf
Amigos: Laika, Hulf, Cuco, Pelusín, Paul (la excepción), Cásper, Moe, León, Majo, Kirby, Mora, Rocko, Jack.
Enemigos: Dona, Noddy, Leo, el perro café con leche.


Mini-biografía: Nació en el verano de 2007, junto con sus dos hermanos y sus cuatro hermanas. De entre todas, ella era la más grande, y por eso, fue quedando la última a la hora de ser adoptada. Al final, su lugar de nacimiento se convirtió también en su hogar. Su padre murió cuando tenía dos años, y actualmente vive con su mamá Laika. El verano que cumplió los tres años, fue iniciada en el agility, entre otras cosas. Desde entonces, sigue aprendiendo cosas nuevas y viviendo sus tan necesitadas aventuras.


viernes, 2 de agosto de 2013

¿Y mi pelo?

¡Que locura de verano! Un día hace 40º y al siguiente llueve. Para mí que esto no es normal... Pero bueno, mi precioso, largo y sedoso pelo gris y marrón me sirve de aislante contra las temperatura extremas... hasta hoy...
Por segunda vez en mi vida, me subí a esa cosa metálica con ruedas a la que llaman coche. Me pusieron un arnés de seguridad y por petición de la conductora, también conocida como la mamá de mi ama, me senté encima de una mantita azul y blanca. Al principio estaba cómoda, aunque algo nerviosa; luego me mareé un poquito y me puse más nerviosa aún. Ya estaba removiéndome en el asiento cuando nos detuvimos y me dejaron bajar.
Y estábamos en la ciudad. Aquello era una catástrofe: el aire enrarecido por la contaminación, los ruidos de los coches, la cantidad de olores desagradables, el asfalto, la escasez de verde... Pero aún así, lo desconocido me atraía como una polilla a la luz.
Una chica nos esperaba con la puerta abierta a un local que olía a perro... pero no era desagradable, si no que me gustó. Me relajé en seguida. Un sitio que olía tan bien no podía ser malo.
Al entrar, la puerta se cerro tras de mí haciendo sonar una campanilla que había colgada en el techo. La chica que nos recibió, se acercó a mi para acariciarme la cabeza y darme una golosina; tenía una voz muy bonita, y le cogí confianza en seguida.
-Que nudos -dijo resoplando y tocándome el lomo-. Voy a tener que rapar.
Mi ama asintió. ¿Rapar? No sabía a que se refería, aunque pronto lo descubrí.
Mi subieron a una mesa alta, y sin más dilación, pasó una maquinilla por mi lomo. El contacto me sobresaltó, y el ruido me zumbó en los oídos, pero no hacía daño en absoluto. Pronto empecé a sentir el frescor del ventilador allí donde me había pasado la maquinilla.
Después de un rato paró, dejándome ver la alfombra de pelo que cubría el suelo. Mi pelo.
Después me cogió en brazos y me llevó a otra mesa, esta metálica. Oí el agua justo antes de que me mojara. Pero no era fría, como la que salía de la manguera con la que me bañaban todos los veranos, no, esta estaba cálida, y descubrí lo mucho que me gustó. Después de enjabonarme dos veces y aclararme, me levantó con una toalla, me colocó en la mesa de antes, y dejó que me sacudiese.
Lo más divertido fue que se taparon  con la toalla para que no las salpicase.
Mi ama charlaba con la chica, que de vez en cuando me daba una golosina, diciéndome lo bien que me estaba comportando.
Lo que más odié, fue la máquina que echaba aire. Ese utensilio del demonio me asustaba, y tuvieron que ponerme una correa para que estuviese quieta, pero al final me dejé hacer.
Me bajó después de un último cepillado y... ¡¡Por fin libreeeee!!
Fui dando saltitos de alegría, sintiendo un enorme gozo en la piel, cuando de repente...
¡PAM! Choqué contra algo sólido y transparente. La puerta, que era de cristal.
Mi ama me llamó agitando una golosina, y no pude resistirme. Corrí hasta ella y le puse las patas en el estómago. Como siempre, agachó la cabeza y le dí un lametón en la barbilla.
La chica me roció con algo que olía increíblemente dulce. Me compraron un collar nuevo y unas golosinas, y por fin pude salir a la calle feliz.
Ahora, mi ama dice que soy una perrita pija con olor a vainilla. Al parecer llevo un collar de cuero de color... Emmm... ¿Burgos? No me acuerdo... Y parezco un schnauzer.
La chica dijo que era un cruce de galgo y schnauzer, pero mi ama dice que eso es poco probable.
Y bueno, así soy ahora:


lunes, 8 de julio de 2013

Un topo... ¿Simplemente?

Un dia en el que mi ama y yo salimos a pasear, al poco de subir la segunda cuesta de la jornada, oí un pequeño chillido muy agudo e imposible de no oir. Mi ama fue la siguiente en esucharlo y se detubo de inmediato. El sonido venía de una de las cunetas, de entre la hierba. Nos quedamos quietas unos segundos más, intentando reconocer el sonido, pero no se parecia a nada que hubiese escuchado con anterioridad. Dimos un par de pasos hacia el lugar, pero seguíamos sin saber que era. Por la cautela que percibía de mi ama, ella estaba en la misma ignorancia que yo. No dejó que me acercara primero, sino que se puso delante mía y me dió la orden se quieta. Así que me senté y esperé. Mi dueña salvó toda la distancia e inspeccionó la hierba de lado a lado y de arriba a abajo. Hasta que lo encontró. Lo que sacó de la hierba era un ratón gris a simple vista, pero cuando la ví más de cerca me dí cuenta de que solo era un cachorro, con los ojos todavía cerrados, caminando muy torpemente sobre la mano de mi ama buscando el calor, arrastrando una pequeña cola rosa a juego con los dos lados de su hocico y una trufa (si se le llama así en los ratones) partida en dos.
-No es un ratón -dijo mi ama negando mi suposición- ¿Un topo, tal vez? Tiene el hocico demasiado alargado. Y a demás tiene los ojos muy pequeños. Y la nariz bifurcada se parece mucho también -entonces le dió la vuelta con increíble cuidado y cariño-. Hembra -añadió, y lo metió en el bolsillo de su polo.
Dejó que inspeccionara el resto de la cuneta por si había algún huérfano más e intentamos encontrar algún agujero que pudiera ser su madriguera, pero el terreno estaba libre de perforaciones.
Mi ama canceló el paseo y volvimos a casa, donde al parecer solo estaba Van, la tía de mi ama. Se que su nombre es más largo, pero me cuesta mucho aprenderme nombres, por mucho que la gente no pare de repetir que soy muy lista para ser una mestiza. ¿Que le pasa a la gente? ¿Se creen que por tener ADN de un montón de razas debería ser más tonta que un caniche de pedigee? Precisamente por ser así, tengo lo mejor de las razas por las que soy cruzada. La inteligencia del caniche, la fidelidad y resistencia del pastor alemán, el pelo de un pastor de brie, la velocidad de un galgo, el instito de caza de un perro cobrador, y el instinto de defensa de un rottwailer. Yo me quedé con mi mamá mientras mi ama subía a su caseta. Cuando volvió, llevaba una caja de medicamentos y una jeringuilla verde con un líquido blanco que supuse que era leche. Abrió la cajita, llena de algodón, y sacó el topo con delicadeza, que chillaba con ímpetu. Me acerqué despacio, con la cola y la cabeza gachas, y mi ama dejó que lo oliera. No olía a topo, pero se parecía mucho. Me senté al lado y ví como le daba la leche al cachorro, poniéndole la boca de la jeringa en la mandívula inferior. No es la primera vez que mi ama cría pájaros, pero nunca la he visto hacerlo con otra cosa. Cuando acabó, depositó al cachorro entre dos láminas de algodón, dentro de la caja. La dejó sobre una lata de pienso, lejos de mi alcance y me acarició la cabeza cuando paso por mi lado. La acompañé hasta la puerta y me volvió a acariciar, esta vez bajo la mandíbula, antes de irse a la caseta e enfrente donde vivía. Era mucho más grande que la mía, con dos pisos y un bonito jardín; la mía tenía el suelo de piedra, cubierto por un techo oscuro y con una entrada muy grande, el recinto tenía la mitad de tierra y la otra mitad de piedra; y había tres puertas: una enorme, que daba a un garage en el que tenía prohibida la entrada, una pequeña habitación con mucha tela y dos máquinas extrañas, y la última donde había otra caseta para animales a la que mi ama llama cuadra. Actualmente no hay nada ahí, solo un cubo enorme con un pienso que nunca he probado, pero en otros días hubo pavos, gallinas, cerdos, patos, erizos, codornices, conejos... Y alguna cosa más que no recuerdo. También fue donde nací yo y mis otros seis hermanos, a los que no he vuelto ha ver, con excepción de Lucho, que vive cruzando la carretera.
Al poco rato llegaron los padres de mi ama, y por los gritos, supe que les había contado lo del topo que recogió. Y pronto se oyó el portazo. Mi ama salío escaleras abajo, y corrió hacia mí. Abrió la puerta de reja y cerrándola tras de si, volvió a correr hacia el topo. Yo troté hasta su lado en el momento que se derrumbó en el cemento. Le limpié el agua salada que le caía de los ojos con pequeños lametazos.
-Mamá dijo que no... -susurró al rato- Dijo que lo tirase, que eso no entraba en casa -mas agua salada calló-. Dijo que era simplemente un ratón -hizo una pausa para recomponerse- Y entonces dejé de discutir, porque ella simplemente no lo entiende.