domingo, 19 de agosto de 2012

Calor sofocante vs. Agua fresquita

Cuando hemos dado un paseo hasta el lago, mi dueña me soltó. Me puse tan contenta que empece a saltar de un lado a otro, y cogí carrerilla para saltar al agua poco después. Fue un alivio contra el calor abrasador del verano. Nade de un lado a otro, persiguiendo las ranas que saltaban en busca de refugio. No conseguí coger ninguna. Pero me lo pasé muy bien. Cuando me llamaron para que saliera, me sacudí fuerte para sacar el agua que hacía que me pesara tanto el pelo. Me encanta revolcarme en las hierbas y restregarme contra los árboles para secarme mejor, pero mi dueña, que sabe que me ensucio, me ata en seguida para que no pueda intentarlo.
El agua, es el único bien que quita el mal del calor de verano. Ese insoportable calor. Se que mi pelo es térmico, pero no lo suficiente. Me sofoco muchísimo más. ¿Y quien no? ¿Acaso soy el único perro que siente tanto calor? Sinceramente, nunca he hablado de ello cuando me encuentro con otros perros.
En verano, suelen bañarme una vez por semana, y cuando acaban, me huelo bastante raro. Mis amos dicen que me queda el pelo brillante, sedoso, desenredado y con buen olor, por el champú. A mi, personalmente, me da igual. Aunque si que noto cierto frescor después de una buena ducha.
Una vez, una de mis dueñas intentó ponerme una goma en el flequillo, y me dejó una pequeña coleta por encima de la cabeza. Veía increíblemente bien, pero no me gustaba nada tener eso en el pelo, me tiraba, y me dolía. Me molestaba tanto que empecé a darle con la pata hasta que me lo quité.
El verano pasado, me cortaron el pelo. Me lo cortaron mucho, y muy mal. Pero yo seguí teniendo calor. Tardó unos cuatro meses en crecerme de nuevo. Creo que después de ese rapado radical, aprendieron a dejarme el pelo tal y como lo tengo. Aunque de vez en cuando, aún me cortan un poco de pelo en la barriga y en las patas, por la cantidad de nudos que se me forman.
Moraleja: es mejor dejarnos el pelo tal y como está; tendremos calor de todos modos; y posiblemente quedaremos mucho mas feos. A si que ¿para que cortarlo?
Después de una ducha

miércoles, 15 de agosto de 2012

Perro color café con leche y caramelo

Hoy, de paseo por el pueblo, me encontré con mi tío, Leo, el único hermano de mi madre que sigue con vida; y que al igual que ella, era totalmente negro, y de pelo corto y encrespado. Yo quise correr hacia él para saludarlo, pero mi dueña agarro fuerte la correa y tiró de mi pare que me apartara de él. Leo agitó la cola con entusiasmo, y se acercó a mi trotando alegremente. Pero entonces, mi dueña, se interpuso entre los dos, y caminó firmemente hacia el para amedrentarlo. Leo gruño, pero la intimidación le pudo y se alejó rápidamente, dirigiendo rápidas y cortas miradas atrás, para asegurarse de que no lo seguían. No entendí la reacción de mi ama ante aquel animal, sabe que yo me defiendo sin piedad si algún perro intenta morderme. Intenté restarle importancia, y reanudé la marcha. Nos encontramos con algunas personas que paseaban, al igual que nosotras. De vuelta, pasamos por casa de Hulf, un pastor alemán con mas o menos un año. Es encantador. Cuando nos ve, recorre toda la verja de su jardín hasta la puerta a nuestro lado, y en la entrada, donde los barrotes son más anchos, él apoya el hocico y lo acerca a mi todo lo que puede. Mi dueña siempre le acaricia la cabeza, y él le da besos en la mano de vez en cuando. Hulf es el mejor perro, que he conocido. Es tranquilo, amigable y juguetón.
En el parque, había un perro color café con leche y caramelo. Era muy grande, y en cuando me vio, corrió hacia mi. Antes de que mi ama pudiera detenerlo, noté sus dientes en el cuello, pero antes de que pudiera hacerme sangre, rodó por la tierra un par de metros delante de mi. Supe en seguida quien le había dado esa patada. Mi ama, antes de que pudiera levantarse, lo cogió justo debajo de la mandíbula, para que no pudiera morderla, y se lo llevó arrastras hasta su dueño.
-Si vuelve a morderla -había dicho con tono mortífero-, le patearé más fuerte.
Mi dueña siempre había sido muy fuerte, y peligrosa. En el pueblo, todos los animales le guardaban respeto; algunos eran amigos, que se acercaban a que los acariciasen, otros, gruñían por lo bajo manteniendo distancias, el resto, simplemente huía. Mi ama era posesiva: todo lo que le pertenecía, lo protegía aunque se dejase el pellejo. Innumerables veces, se ha puesto entre un gran perro de grandes colmillos, enfurecido y rabioso, y yo. Nunca dejan que la intimiden, todo lo contrario. Y esa, no iba a ser una excepción.
Aún si conseguían hacerle daño algo que era suyo, ese ser recibiría un severo castigo por sus actos. Una tarde, estando en el galpón de los padres de mi ama, vi como un ratón se comía las fresas de una apreciada planta cerca de la caseta. Cuando mi dueña se enteró, no descansó hasta que lo atrapó; y tardó media semana en conseguirlo. En ese tiempo, el ratón se había comido unas cuantas fresas, tres hojas de lechuga por la mitad y alguna patata pequeña que asomaba por la tierra. Después de que cayera en la trampa que diseñó mi dueña, se lo dio a Paul, el gato siamés que tanto me odia, para que se lo "comiera"; lo único que hacía era jugar con él, torturarlo, hasta que caía medio muerto y ya no podía moverse, cuando empezaba a comérselo.
Ese perro café con leche y caramelo, no volvería ha hacerme daño ni aunque se dejara la vida en ello. Mi ama le administraría un castigo severo, sin importarle lo que su dueño dijese. A mi ama le gusta la noche; y se desenvuelve bien en ella. Yo, la he visto atrapar murciélagos en pleno vuelo, cuando están torpes bajo la luz de la farola y se desorientan. No le resultaría difícil colarse en la casa de ese perro y atarlo a un poste en un bosque remoto.
Mucha gente dice que mi ama es una rebelde, pero yo pienso que cualquiera mataría por proteger lo que es suyo.

lunes, 13 de agosto de 2012

Guau guau

Hola, me llamo Sena, tengo 4 años, y soy una perra mestiza. Soy de tamaño medio, tengo el pelo largo y negro con las patas y el pecho marrones, con las orejas caídas y un bonito flequillo. Me gusta mucho correr por las praderas, saltar hierbajos, que me lleven de paseo, las caricias en la barriga, que me rasquen detrás de las orejas, y la costilla de cerdo. Mi madre también es mestiza, y mi padre es un ratonero, por eso me gusta olisquear el suelo en busca de ratones, conejos y pequeños corzos, y cuando avisto algo que se mueve, salgo corriendo detrás de él. Mi abuela, era una perra de caza, así que eso influye en mi gusto por perseguir cosas vivas. También tengo ascendencia de rottweiler o doberman, así que si algún perro se enfrenta a mi, suelo salir ganando. Curioseo todo lo que desconozco, lo olfateo de arriba a abajo hasta que el olor se me queda grabado en el cerebro. Puedo pasarme horas corriendo sin parar de un lado a otro. Como tres veces al día, pienso por las mañanas; sobras al mediodía, en las que suele haber carne o algún hueso que roer; y a la noche otra vez sobras. Mi dueña me ha enseñado muchas cosas, como a saltar muy muy alto, y alguna norma de educación y convivencia. Nunca me ha gustado perseguir pelotas, o morder juguetes para perros. Me paso el día viendo entrar y salir a los ratones que viven debajo de mi casa, que tienen hecho un buen nido. Mi mamá, Laika, vive conmigo. Antes, también estaba mi padre, Dudls pero murió hace tres años, por una intoxicación. Vivo feliz y contenta todos los días. Especialmente en verano, cuando me dejan nadar en el lago todas las semanas.
Espero que os guste mi historia; la historia que todo perro debería conocer.