martes, 6 de noviembre de 2012

Cerbero, compañero del diablo (Part. 2)

Mi ama recogió su pesado cuerpo de aquel suelo, y lo cargó en sus brazos recurriendo a toda la fuerza que tenía. Corrió cuesta abajo, y yo, un par de metros más adelante, daba grandes zancadas todo lo rápido que podía. Cerbero no daba muchas señales de vida, sus patas colgaban flácidas en el abrazo de mi ama, y su cabeza, apoyada levemente sobre su pecho, con los ojos y la boca entreabiertos, dejaban ver que se estaba muriendo lentamente.
Cuando estábamos a poco menos de cien metros de la casa de Cerbero, mi dueña empezó a gritar, y un par de hombres salieron de la casa. Luna, la compañera de Cerbero, ladraba sin control encerrada en su jaula. Cerbero, ante los ladridos, pareció despertar de un profundo sueño, y saltando con grave dificultad de los brazos de mi ama fue a reunirse con ella. Nadie lo detuvo.
Con sus hábiles dientes, corto la cuerda que cerraba la verja de metal. Un chirrido fue el sonido que marcó su reencuentro. Luna saltó de alegría alrededor de él, mientras este le daba lametazos a la mínima oportunidad. Tanto los hombres como mi dueña, se quedaron quietos, observando con estupefacción todo lo que acontecía entre aquellas dos almas gemelas separadas desde siempre, pero obligados a la vez a estar juntos.
La felicidad y el gozo se olía en el aire.
Poco después, Cerbero se acercó a mí para darme las gracias, y volvió con Luna corriendo como si le dependiera la vida en ello; para reanudar aquel baile que aún no les había dado tiempo a terminar.
Ese día, sus amos decidieron dejarlos sueltos por una única noche. Mi ama, también decidió dejarnos sueltas a mi madre y a mi. Estuve toda la noche despierta, pensando en la mañana siguiente, cuando posiblemente mi ama me llevaría a ver a Cerbero y a Luna.
La luna estaba llena, y las estrellas brillaban con intensidad, dándole al cielo esa hermosura propia de una noche de verano, despejada y prometedora.
Antes de que al sol le diera tiempo a salir, y de que a nadie le diera tiempo a levantarse, mi ama cogió la correa, y me llevó hasta casa de Cerbero. La escena que allí vi, se me quedará grabada hasta el día en que me vaya de este mundo. Cerbero y Luna, tumbados el uno al lado de otro bajo un enorme cerezo en flor. Luna le daba pequeños besos en el hocico. Cerbero, yacía inerte junto a ella, con su corazón apagado, y su alma henchida de felicidad, al morir al lado de su amada.
Luna alzó la cabeza, y un suplicante aullido le salió de la garganta, proveniente de lo mas hondo de sus entrañas, de lo más profundo de su corazón. Yo, la imité, lanzando un agudo canto a la luna. Después, se empezaron a oír otros ladridos de cientos de perros de casas vecinas, que formaron una gran melodía cantada a destiempo. Hasta que los lobos, tristes de nuestros llantos, se unieron a la causa, suplicando también a la luna, que cuidase de Cerbero, allí a donde fuese su alma.
Mi ama le rogó a los dueños, que ya que Luna iba a seguir encerrada, que enterrasen a Cerbero al lado de su jaula, para que su espíritu viviera tranquilamente junto a ella. Los dueños accedieron, pero mi ama me llevo a casa para que no pudiese ver su despedida. Solo me permitió dar dos lametazos en su hocico para despedirme de él.
*          *          *
Dos meses después, nueve cachorros de rottweiler, ciegos y sordos, correteaban entre las patas de Luna con torpeza, intentando guiarse únicamente por su olfato. Luna, me dejó acercarme un poco a olfatearlos con cierta distancia, y como es imaginable, Luna quería mantener a sus cachorros fuera de cualquier peligro, ya que ellos eran como pequeñas imitaciones de su amado Cerbero. Los amaba.
Sus dueños vendieron todos y cada uno de los cachorros al mejor postor. Y Luna, se quedó totalmente sola, encerrada otra vez en su jaula, sin la compañía de Cerbero.
Aún hoy, sigo visitando a Luna, quien corroída por la frustración de las rejas, casi no conservaba su cordura. Lo único que hacia que no rompiera la cuerda, y nos matara a todos uno por uno, era que el espíritu de Cerbero, la mantenía encerrada.

Relato escrito en honor a Cerbero, un perro fiel, fiero y noble, al que todo el mundo respetaba y que todo el mundo temía, y que en su momento me salvo la vida. Que descanse en paz.

8 comentarios:

  1. Ohhh!!! me ha encantado pero me da muchísima pena :´( pobre Luna!! se muere Cerbero y venden a todos sus cachorritos :S

    Me gustó mucho pero es muy triste
    Bss

    ResponderEliminar
  2. Oooh! Muy triste pero muy hermoso. Me ha encantado, de verdad :)
    Un abrazo de http://utopiainthemoonlight.blogspot.com/ & http://elcaminoquesigoempiezayacabacontigo.blogspot.com/ :3

    ResponderEliminar
  3. Me encanta escribes realmente bien cielo un besazo pasate por mi blog!
    http://macherieladyartiste.blogspot.com.es/2012/12/bajo-el-muerdago.html

    ResponderEliminar
  4. Me encanta tu blog, escribes muy bien, un beso(:
    http://neversayneverbyyou.blogspot.com.es/

    ResponderEliminar
  5. Me gusta mucho cómo escribes, ya tienes una nueva seguidora ♥♥♥
    Pasate por el mio a ver qué te parece, http://ireneboschit.blogspot.com.es/

    ResponderEliminar